La bella ciudad de poniente y antigua capital de la isla de Menorca
La señorial Ciutadella, antigua capital de Menorca esconde un montón de historia e historias, sus callejuelas de aire señorial con palacios, edificios religiosos e históricos son un laberinto digno de ser recorrido.
Ubicada al oeste, en el punto más cercano a la vecina Mallorca al atardecer y en días muy claros podemos divisar desde cualquier punto o desde el bello “Castell de Sant Nicolau” las montañas de la isla vecina.
El “Castell de Sant Nicolau” es una de las once torres de defensa que construyeron los británicos en su estancia en la isla.
Fundada por los romanos con el nombre de Iamo, siempre fue capital de la isla hasta la llegada de los británicos con el tratado de Utrech, cuando la corona cedió Menorca y Gibraltar al imperio británico.
Rodeada de restos arqueológico como son la Naveta des Tudons, Torretrencada, Torrellafuda que demuestran que fue asentamiento humano desde tiempos remotos, Ciutadella ha vivido mil historias y de ello dan fe su arquitectura, sus gentes, palabras y costumbres.
Romanos, Vándalo, el Imperio Romano de oriente o la dominación islámica cuando fue denominada Medina Menurqa han configurado lo que hoy es.
Estos últimos definieron la actual configuración de la ciudad, construyéndola al rededor de la Mezquita entre los siglos IX y XI.
Posteriormente en 1287 el Rey Alfonso III expulsó el 21 de enero de 1287 a los musulmanes y renombró la ciudad como Ciutadella, nombre que ya era popular entre sus habitantes.
Esa fecha es actualmente “la Diada de Menorca” fecha en la que se conmemora con distintos actos culturales la reconquista de Menorca.
Más adelante en 1362 un fatídico 9 de julio el almirante otomano Pialí, conocido como Barba Roja asaltó la ciudad con nada menos que 15.000 hombres en un momento en que la población de Menorca no superaba los 10.000 habitantes de los cuales sólo 4000 vivían en Ciutadella.
Tras una cruenta batalla, la ciudad fue destruida y 5000 personas apresadas o asesinadas, los primeros llegaron a Constantinopla como esclavos y fue reclamado rescate por ellos.
Ese año es conocido popularmente como “l’Any de sa desgracia”, el Año de la desgracia y para conmemorar tan terribles hechos en la céntrica plaza des Born se construyó un obelisco en homenaje a las persona desaparecidas o asesinadas por los otomanos.
Dicha plaza, la del Born, que se traduce como palenque fue escenario de torneos caballerescos y demás donde los caballeros designados por el Rey Alfonso III para residir en Menorca y defenderla de los recurrentes ataques de que era objeto, median sus fuerzas.
Tras la expulsión islámica, la menor de las Baleares fue repoblada con gente provenientes del Empordà en Girona, de Mallorca también con el mismo origen y algunos Genoveses.
Con el tratado de Utrech, la isla de Menorca pasa al Imperio Británico y es entonces cuando los británicos con el afán de borrar vestigios del pasado y también tentados por las grandes dimensiones del puerto de Mahón trasladan la capitalidad a la ciudad de Mahón, la actual capital del Menorca.
Eso fue a principios del 1700 y la llegada de los británicos dejó grandes marcas en la cultura menorquina, aportaciones que aún están patentes en la lengua, la arquitectura y gastronomía.
Palabras como “bòtil”, botella en menorquín, “Jan” para designar a una joven, “mèrvils” para referirse al juego de las canicas o los famosos “boinders” balcones acristalados muy comunes en las viviendas menorquinas son de origen británico.
Desde este bello enclave, al oeste de la isla y más concretamente desde su bello puerto parte nuestro barco el Fiesta Rojo, un barco tradicional de madera, con dos cubiertas diáfanas y cómodas que recorre la costa de Ciutadella rumbo al sur con destino a las playas vírgenes.
El Fiesta Rojo zarpa a diario del el muelle y costea hasta el Cap de Artrutx con el faro de su mismo nombre para llegar y fondear en la bella cala visrgen llamada Cala’n Turqueta para disfrutar de sus cristalinas aguas y degustar una paella con vistas al mar.
Después sigue costeando hasta llegar a Macarella y Macarelleta quizá las dos Calas Vírgenes más famosas de Menorca.
Para después hacer otro alto en el camino en Son Saura para disfrutar de sus arenas blancas y aguas critalinas durante un buen rato, más tarde zarpa rumbo al puerto de Ciutadella no si antes detenerse a contemplar las más bellas y transparentes agua de Menorca.
Al llegar a puerto podrás disfrutar de un agradable paseo por Ciutadella si te apetece, callejeando y visitando su variada oferta comercial.
Esperamos que este artículo te sirva para conocer un poco más la historia de Menorca.
¡Nos vemos a bordo!